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Mostrando entradas de agosto, 2015

Tomas Gösta Tranströmer - Haikus

Haikus Sol de noviembre... Mi sombra nada, enorme: se hace espejismo. * Me ve la muerte: problema de ajedrez. Ya lo ha resuelto. * Zumba la lluvia. Yo susurro un secreto para entrar allí. * Escena de andén. Qué extraña esta quietud: la voz interna. * El silencio gris. Pasa, azul, el gigante. La brisa del mar. * Pared de pena... Palomas van y vienen: no tienen rostros. * Los pensamientos en calma de mosaicos en el palacio. * De pie en el balcón, esa jaula de sol: como un arcoiris. * Un soplo duro atraviesa la casa: son los demonios. * Pinos rajados en el mismo pantano. Siempre y siempre. * Bosque asombroso: Dios sin dinero vive. Claras murallas. * Blanca y negra, terca urraca, en zigzag va por el campo.

Adjetivos obvios

En la elección de los adjetivos, muchas veces, apelamos a obviedades que empobrecen la carga semántica de un verso. En este ejemplo, tenemos un caso típico que encontramos en muchos poemas:

Preposición por adverbio

Yo comparto la idea de que las preposiciones debilitan la categoría poética del verso. Y, al igual que muchos estudiosos de la relación entre el lenguaje y la poesía, me resultan partículas, más bien, naturales de la prosa; es decir, que las preposiciones pueden crear, al menor descuido, prosaísmo en un poema. Se las debería utilizar lo menos que se pueda (y menos aún en inicio de versos). Pero, también hay que decir que, en casos concretos, son útiles para crear anáforas, y como recurso de repetición para enlentecer una cláusula. Generalmente, el cambio por un adverbio fortalece la semántica del verso. Ejemplo:

Análisis de un poema de J. J. M. Ferreiro

Cuando hasta las palabras sienten. Y siempre solo, nunca me resuelvo en la próxima luz del día o en la tardía noche de la sombra. Tampoco consigo saldar haber soñado la proporción más dulce de lo tuyo, eso que pide ser la ofrenda de la lluvia, por su invasión, la humedad acariciadora, por su llama de vida, el inmanente trazo, por el alimento de tierra interminable con el que tú me entregas el amor... la nieve o pluma de recuerdos que los días escombran en las sienes, el halo de belleza que fulgura cuando hasta las palabras sienten. Contenido Este argumento poético es la descripción de un estado existencial: la soledad. Sobre este concepto gira todo el poema, aunque nítidamente podría catalogarse como un poema de amor, pues está escrito en segunda persona, donde ese tú es la persona amada. Sin embargo, el discurso no se refiere a la naturaleza de ese amor, sino a la imposibilidad de una comunión total y trascendente, todo ello por causa de