Fue un poeta y ensayista mexicano
galardonado con el premio Nobel. Su poesía invita a participar en una
peregrinación analítica y simbólica que recorre diferentes formas, perspectivas
y preocupaciones, para descubrir la existencia de un mundo que se revela solo
cuando alguien lo ha nombrado. No extraña que Octavio Paz haya escrito alguna
vez que preguntar qué es algo es, en realidad, preguntar por su nombre. Este es
el magnífico trabajo del poeta: nombrar aquella realidad presente, pero
evaporada. Darle nombre es darle cuerpo, devolverle su estatuto trascendente,
es hacerla existir plenamente. Presentamos aquí una selección de algunos poemas
de Octavio Paz.
En esta nuestra cárcel Donde el celador es tan discreto que nadie lo ve nunca hacer su ronda, hay que ser muy valiente para dar golpecitos en la pared de una celda cuando las luces están apagadas esperando ser oído, si no por los arcángeles del cielo, sí por los condenados del infierno. Posición sin una magnitud Como cuando alguien Que no habías notado antes Se levanta en un teatro vacío Y proyecta su sombra Sobre los fabulosos jinetes De la pantalla. Y tú tiemblas Mientras te das cuenta de sólo eres tú En tu camino A la enceguecedora luz solar De la calle. Menú del día Sólo nos queda, caballero, un plato vacío y una cuchara con la que puede sorber enormes tragos de nada que suenen como si comiera una sopa negra y densa, humeante de tan caliente en el plato vacío. Sobre mí mismo Soy el rey sin corona de los insomnes que aún lucha contra sus fantasmas con una espada. Un estudiante de techos y puertas cerradas que apuesta a que dos y dos no siempre son cu...
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