Ir al contenido principal

Jack Kerouac


El 25 de octubre de 1951, Ed White, arquitecto y amigo de Jack Kerouac, le sugirió a éste que probara a “realizar esbozos como un pintor, pero con palabras”». Y a eso se dedicó el autor entre el verano de 1952 y finales de 1954.


PORQUE EN PARÍS

Sentado en un parquecito en Place Paul Painlevé,
una hilera curva de hermosos tulipanes rosados rígidos
y cimbreantes, gordos gorriones greñudos, hermosas
mademoiselles de pelo corto (uno no debería estar
nunca solo en París por la noche, chico o chica, pero yo
soy un viejo malvado & que aborrece el mundo y se
convertirá en el mejor escritor de todos los tiempos).


A TRAVÉS DE KANSAS

Campos dorados que llamean
con el girasol.
Espejismos que provocan sed
mientras se masca chicle a través
de los secos campos arados,
pero un tractor que levanta polvo
en medio de un lago
dulce & fresco es una descarada
mentira: «Muchos pobres diablos
murieron intentando conseguir uno de
esos». (Un conductor de Hope).
Los inmensos espacios secos
de cultivo. Majestuoso
silo blanco en Bird City
Kans. Lejanos
postes de teléfono borrachos
¡Un hombre sediento busca
espejismos!





Comentarios

Entradas populares de este blog

Poemas del Conde de Lautréamont

Los cantos de Maldoror Canto 1 Me propongo, sin estar emocionado, declamar con voz potente la estrofa seria y fría que vais a oír. Prestad atención a su contenido y no os dejéis llevar por la impresión penosa que al modo de una contusión ha de producir seguramente en vuestras imaginaciones alteradas. No creáis que yo esté a punto de morir, pues todavía no me he vuelto esquelético ni la vejez está marcada en mi frente. Descartemos, por lo tanto, toda idea de comparación con el cisne en el momento en que su existencia lo abandona, y no veáis ante vosotros sino un monstruo cuyo semblante me hace feliz que no podáis contemplar: si bien es menos horrible que su alma. Con todo, no soy un criminal. Pero dejemos esto. No hace mucho tiempo que he vuelto a ver el mar y que he puesto los pies sobre los puentes de los barcos, y mis recuerdos son tan vivos como si lo hubiera dejado ayer. Tratad, con todo, de mantener la misma calma que yo en esta lectura que ya estoy arrepentido de ofreceros,

Emily Dickinson

No es que el morir nos duela tanto – No es que el morir nos duela tanto – Es el vivir – lo que nos duele más – Pero el Morir – es un camino distinto – Una variedad detrás de la Puerta – La Costumbre Sureña  - del Pájaro – Que antes de que lleguen las heladas – Acepta una Latitud mejor – Nosotras – somos los Pájaros – que se quedan. Las Ateridas en torno a las puertas del Campesino – Por cuya miga reacia – Pactamos – hasta que las Nieves compasivas Persuadan a nuestras plumas a  Casa.

Edgar Allan Poe

A continuación presentaremos el más famoso poema de Edgar Allan Poe: El cuervo. Ambientado en una atmósfera onírica y con un marcado registro narrativo (donde sale a aflorar su genialidad de cuentista, demostrada en tantas historias admirables escritas), el poema narra la visita casual de un cuervo al hogar de un amante en altas horas de la noche, donde este se encuentra llorando la pérdida de su amada Leonora. La traducción es de Julio Cortázar y, tras esta, la versión original (The Raven). El cuervo. Una vez, al filo de una lúgubre media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyóse de súbito un leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta de mi cuarto. “Es —dije musitando— un visitante tocando quedo a la puerta de mi cuarto. Eso es todo, y nada más.” ¡Ah! aquel lúcido recuerdo de un gélido diciembre; espectros de brasa