Para estas horas
compañera, podría parecer como si este día bronco
hubiera llegado dispuesto a exterminarnos del alma la sed
y la memoria;
… y, sin embargo, algún amor quedará sobre la mesa, alguna
melodía
que se resista a morir, aquí y allá algún espejo roto o
ajado,
siempre algún cariño rodando, algún beso último,
tal vez el primero;
... que esta amistad mía te dure; la que quiero cuidar y
llevar en el pecho
contra todas las noches y propósitos, contra la propia
muerte,
que te dure siempre, siempre;
y no, no te quedes sola frente al río,
pues la paz del agua destruye y besa, y luego, también, al
recordarse;
... amiga, partamos, no importa;
ya ves, libres, cual viento mismo, con afecto nos reconocen
y reciben los álamos;
[…y al marchar va la sangre serena,
pero dándose golpes tintinean las hojas y los caballos del
pecho tascan
contra los muros del corazón; contra ellos piafan, y
airados, terriblemente airados,
una y otra vez, con furia, por el alma pugnan, se hostigan y
encabritan]
Análisis
En este poema, de hondo contenido, por cierto, y cuyo
aspecto no consideraremos en este trabajo, el compañero Antonio Justel ha roto
con las reglas de la versificación tradicional. Digo que ha roto porque me
consta el amplio conocimiento que posee sobre métrica, recursos poéticos, y
cuanto detalle atañe al arte de la versificación preceptiva.
Estos versos libres de cualquier exigencia métrica, pero que
mantienen el ritmo poético (condición ineludible para que exista el poema), yo
lo veo encuadrado notoriamente en la forma del versículo. En efecto, careciendo
de acentos en lugares fijos y mezclando las medidas más variadas, el poema se
apoya en otro tipo de recursos para generar la cadencia.
Trataremos de respondernos a estas preguntas, haciendo la
salvedad de que son criterios muy personales que quizás difieran de los de
otros colegas:
1.- ¿En qué se diferencia un poema en versículos de la
prosa?
2.- ¿En qué se diferencia un poema en versículos del verso
libre?
3.- ¿Cómo se produce el ritmo del lenguaje poético en este
poema?
1.- ¿En qué se diferencia un poema en versículos de la
prosa?
En el versículo el ritmo se produce por el recurso de la
repetición, que puede ser: de las mismas palabras, de esquemas gramaticales, de
figuras retóricas, de rimas casuales, de rimas internas; se produce, también,
por la creación de campos isotópicos gramaticales y/o semánticos (ritmo de
pensamiento), manteniendo, por más que se trate de versos largos, el aspecto
visual del verso; es decir, los finales de versos no se cortan en partículas,
ni en palabras átonas, existe la pausa estrófica y versal, y los encabalgamientos
siguen los patrones estéticos del verso tradicional. Nada de esto ocurre en la
prosa.
En este punto quizás sea conveniente señalar que la prosa
poética, que difiere claramente del versículo, utiliza algunos recursos del
mismo; pero, su característica fundamental es el lirismo de la voz poética, lo
cual la distancia diametralmente de la prosa, aunque en su aspecto general
(carece de pausa versal) coinciden.
En esta composición de nuestro poeta, observamos todo tipo
de repeticiones: semánticas, sintácticas y fonológicas, las cuales constituyen
la armazón rítmica fundamental del poema.
Antes de seguir con el análisis, quiero sentar postura con
respecto al efecto que causan en un poema las rimas internas. Yo pienso que en
un poema tradicional con ritmo de timbre, cualquier otra rima próxima
interfiere negativamente sobre la eufonía del verso, ya que apaga o anula los
sonidos de la rima que pretendemos imponer a conciencia. Por ejemplo, las rimas
internas en un soneto clásico resultan siempre desaconsejables, Pero,
tratándose de un poema en versículos, las rimas internas (ya sean consonantes o
asonantes) son fundamentales para lograr la armonía rítmica. Es decir que, un
mismo recurso que en un tipo de poemas resulta desacertado, en otro tipo
resulta altamente positivo.
2.- ¿En qué se diferencia un poema en versículos del verso
libre?
Considero que la diferencia fundamental entre estos dos
tipos de versos radica en el hecho de que el versículo se basa casi
absolutamente en versos que escapan a la posibilidad de cualquier conteo
métrico, en la repetición de ideas con diferentes imágenes en sintagmas
consecutivos, y apela a todo tipo de recursos de repetición sin rubor alguno,
distanciándose de la métrica, del ritmo acentual. Son versos amétricos, con
utilización abundante de partículas (artículos, pronombres relativos,
copulativos, preposiciones, etc., que son elementos, más bien, de la prosa);
mientras que el verso libre, desprendido de los ritmos de timbre y de la
isometría, se sostiene, más bien, en complejas formas polimétricas, manteniendo
la esencia lírica del lenguaje poético y el ritmo de tono y acentual.
Quiero creer que el término “verso libre” se empleó, en el
postulado de los que acuñaron dicho término, para caracterizar la métrica de un
poema que abjuraba de la isometría. El ritmo de cantidad existe también en un
poema polimétrico, toda vez que siga una distribución organizada de los versos
(como sucede en la silva tradicional). Entonces, los creadores del verso libre
lo que pretendían era, más bien, renegar de los versos con rima y de la misma
cantidad de sílabas métricas, antes que renegar de la métrica misma. Juan Ramón
Jiménez, por ejemplo, a quien se considera uno de los pioneros del verso libro
en español, lo que hizo fue versificación polimétrica, casi siempre dentro de
la familia imparisílaba. Muy raras veces ha mezclado versos pares con impares;
y, cuando lo ha hecho, sus razones eran nuevamente métricas. Ejemplo: un verso
de 12 sílabas que podía cortarse, gracias a una inteligente y bien disimulada
cesura, en dos versos yuxtapuestos, ya sea 5+7 o 7+5.
Pero es innegable que, en muchos casos, estas dos formas se
confunden. Sólo en el caso del poema que nos compete, puedo decir que tiene más
características del versículo que del verso libre.
3.- ¿Cómo se produce el ritmo en el poema?
Hagamos un análisis por bloques, a fin de facilitar la
disección:
compañera, podría parecer como si este día bronco
hubiera llegado dispuesto a exterminarnos del alma la sed
y la memoria;
En estos versos de arranque, el ritmo está claramente basado
en dos parejas de rimas consonantes y dos asonantes. Los versos, que parecerían
prosa, son, sin embargo, gracias a este recurso, musicales entramados de
palabras. En este punto es importante resaltar que la consecución pudo haberse
logrado sin intencionalidad manifiesta; es decir, que tal hecho se engendró
gracias a la experiencia (la persistente gimnasia compositiva), a un
procedimiento casi intuitivo (o, mecánico, si se prefiere) de la psiquis
creadora, de un autor acostumbrado ya a cierto ritmo. Esta virtud es, pues,
privativa de los poetas avezados que mucho han practicado el arte de la
composición poética en su característica preceptiva, tradicional. Para decirlo
de otra manera, creo que muchas de las asonancias internas no debieron estar
expresamente buscadas por el autor, porque los sonidos asonantados “a-a”,”a-o”,
“e-o”, “i-a”, etc. son tan frecuentes en castellano que, más que buscadas,
parecen inevitables. Pero, la virtud de alcanzar la cadencia agradable se
encuentra, creo yo, en la disposición armónica de estos sonidos. Es muy común
ver en poetas principiantes “islas” de asonancias en sectores ilógicos de un
poema. Bueno, éste no es el tal caso.
… y, sin embargo, algún amor quedará sobre la mesa, alguna
melodía
que se resista a morir, aquí y allá algún espejo roto o
ajado,
siempre algún cariño rodando, algún beso último,
tal vez el primero;
En este siguiente párrafo poético señalaremos cuatro tipos
de repeticiones: de vocablo, sintáctica, de antítesis y fonológica. La primera
es profusa, donde el adjetivo algún/a, se repiten cinco veces,
formando paralelismos sintácticos que hacen ganar en intensidad rítmica; otra
es la antítesis “aquí/allá”. Las antítesis se consideran, también,
repeticiones, ya que se trata de una misma noción de algo contemplada positiva
y negativamente. Y notamos la apoyatura fonológica de dos grupos de tres
vocablos en rima asonante (embargo-ajado-rodando / espejo-beso-primero), más
una pareja de asonantes muy próximas (melodía-resista). Todos estos recursos le
otorgan a este párrafo una agradable cadencia. Luego, como fondo armónico,
también llama la atención el hecho de que los agudos terminan en vocales
diferentes entre sí, y diferentes al adjetivo repetido (amor-quedará-morir-tal
vez), diferentes de “algún”. Esta pulcritud vocálica hace resaltar aún más el
sonido de la vocal “u”.
... que esta amistad mía te dure; la que quiero cuidar y
llevar en el pecho
contra todas las noches y propósitos, contra la propia
muerte,
que te dure siempre, siempre;
y no, no te quedes sola frente al río,
pues la paz del agua destruye y besa, y luego, también, al
recordarse;
En esta parte del poema encontramos varios recursos muy acertados, por cierto, para mantener el armónico ritmo del poema: repetición de la misma palabra, repetición de esquema gramatical “que te dure”, paralelismo: “contra todas las noches-contra la propia muerte”, rima consonante (cuidar-llevar), rimas asonantes (quiero-pecho / quedes-frente) y, en el último verso, el sutil recurso de la repetición vocálica en las sílabas tónicas (tres acentos que caen en vocales “a”, y tres en vocales “e”).
... amiga, partamos, no importa;
ya ves, libres, cual viento mismo, con afecto nos reconocen
y reciben los álamos;
[…y al marchar va la sangre serena,
pero dándose golpes tintinean las hojas y los caballos del
pecho tascan
contra los muros del corazón; contra ellos piafan, y
airados, terriblemente airados,
una y otra vez, con furia, por el alma pugnan, se hostigan y
encabritan]
En este cierre del poema, volvemos a encontrarnos con la
repetición de la palabra “contra” (a más de "airados"), para crear
singulares esquemas gramaticales, y un bien diseminado campo de rimas asonantes
(libres-reciben / viento-afecto / marchar-va / serena-tintinean /
tascan-piafan-alma / furia-pugnan / hostigan-encabritan) . Encontramos de nuevo
una antítesis “una/otra”. También es destacable la profusión de verbos (se dice
que el verbo es el alma de la oración) principalmente en el último verso, donde
se yuxtaponen tres verbos con acentos en 1ª, 2ª y 3ª sílabas. Todos estos
elementos (y otros que tal vez no haya yo detectado), utilizados armoniosamente,
son los que le proporcionan a este poema amétrico, versicular, ese aire
exquisitamente rítmico y musical, y muy agradable a la lectura, muy accesible a
una buena entonación.
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