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Poemas de Charles Simic

En esta nuestra cárcel Donde el celador es tan discreto que nadie lo ve nunca hacer su ronda, hay que ser muy valiente para dar golpecitos en la pared de una celda cuando las luces están apagadas esperando ser oído, si no por los arcángeles del cielo, sí por los condenados del infierno. Posición sin una magnitud Como cuando alguien Que no habías notado antes Se levanta en un teatro vacío Y proyecta su sombra Sobre los fabulosos jinetes De la pantalla. Y tú tiemblas Mientras te das cuenta de sólo eres tú En tu camino A la enceguecedora luz solar De la calle. Menú del día   Sólo nos queda, caballero, un plato vacío y una cuchara con la que puede sorber enormes tragos de nada que suenen como si comiera una sopa negra y densa, humeante de tan caliente en el plato vacío. Sobre mí mismo  Soy el rey sin corona de los insomnes que aún lucha contra sus fantasmas con una espada. Un estudiante de techos y puertas cerradas que apuesta a que dos y dos no siempre son cuatro. Una
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Poemas de William Wordsworth

Camposanto en el sur de Escocia Acotado del hombre y al borde de una sima donde el torrente espuma, veréis el cementerio. Allí la liebre alcanza su más tranquilo sueño y los elfos, nevados de luna, entran y danzan para crédulos ojos. De aquelarre ni templo no queda ya vestigio, pero allí se deslizan desconsoladas gentes, que con velada angustia le lloran su oración al viento y al celaje. No hay tumbas orgullosas. Mas rudos caballeros, que esculpiera el humilde querer de tiempos idos, en tierra yacen, entre verdores de cicuta; no es una mezcla triste, si quiebra el alba clara el resplandor del césped, y cerca, en los arbustos, coros primaverales entonan su alborozo. ¿Por qué estás silenciosa? ¿Por qué estás silenciosa? ¿Es una planta tu amor, tan deleznable y pequeñita, que el aire de la ausencia lo marchita? Oye gemir la voz en mi garganta: Yo te he servido como a regia Infanta. Mendigo soy que amores solicita… ¡Oh limosna de amor! Piensa y medita que s

Biografía de Friedrich Hölderlin

            Poeta, novelista y dramaturgo alemán nacido en Lauffen am Neckar, Württemberg, en 1770. Al terminar estudios primarios en Denkendorf   ingresó a la Universidad de Tübingen donde obtuvo el Master en   Teología. En 1793   publicó sus primeros poemas con la ayuda de Friedrich von Schiller quien además fue su amigo y protector. Fue traductor de Sófocles y Píndaro y autor de una valiosa obra poética y dramática que lo convirtió en el más grande representante del romanticismo alemán. Después de sostener un romance con la esposa de un rico banquero, Susette Gontard, inspiradora de sus "Poemas a Diotima", se radicó en Hamburgo donde produjo una parte importante de su obra, de la que se destaca su novela "Hyperión" y la colección de poemas "La esperanza". A partir de 1802, aquejado por los primeros síntomas de una grave esquizofrenia, regresó a Tübingen y vivió hasta su muerte protegido en la casa de un carpintero. Falleció en junio de 184

Poemas de Friedrich Hölderlin

El joven a sus juiciosos consejeros ¿Pretendéis que me apacigüe? ¿Que domine este amor ardiente y gozoso, este impulso hacia la verdad suprema? ¿Que cante mi canto del cisne al borde del sepulcro donde os complacéis en encerrarnos vivos? ¡Perdonadme!, mas no obstante el poderoso impulso que lo arrastra el oleaje surgente de la vida hierve impaciente en su angosto lecho hasta el día en que descansará en su mar natal. La viña desdeña los frescos valles, los afortunados jardines de la Hesperia sólo dan frutos de oro bajo el ardor del relámpago que penetra como flecha el corazón de la tierra. ¿Por qué moderar el fuego de mi alma que se abrasa bajo el yugo de esta edad de bronce? ¿Por qué, débiles corazones, querer sacarme mi elemento de fuego, a mí que sólo puedo vivir en el combate? La vida no está dedicada a la muerte, ni al letargo el dios que nos inflama. El sublime genio que nos llega del Éter no nació para el yugo. Baja hacia nosotros, se sumerge, se baña

Poemas de Charles Bukowski

Soy un fracaso le puse el seguro a la puerta del auto y al levantar la mirada vi a este tipo caminando hacia mí se parecía a Peter mi viejo amigo pero no era Peter era un hombre demacrado en jeans y camisa azul de trabajo y me dijo: “oye, mi esposa y yo necesitamos algo para comer, morimos de hambre” Miré detrás de él y ahí estaba su mujer que me miró con ojos a punto de lágrima. Le di un billete de cinco. “¡Te amo, hombre!”, gritó, “No me lo gastaré en bebida”. “¿Por qué no?”, le contesté, “Es lo que yo haría…” Me alejé para entrar a un edificio arreglé unos cuantos asuntos salí regresé al auto como siempre pensando si hice lo correcto o si fui víctima de un engaño. mientras conducía recordé mis años de miseria hambriento más allá de cualquier arreglo nunca pedí a nadie un centavo. esa noche, después de unos tragos, le expliqué a la mujer con la que vivía lo mucho que daba dinero a vagabundos pero que yo en los tiempos más obscuros de hambre en mi vida me n

Poemas de William Blake

El país de los sueños ¡Despierta, despierta, mi pequeño! Tú eras la única alegría de tu madre; ¿Por qué lloras en tu sueño tranquilo? ¡Despierta! Tu padre te protege. ‘Oh, ¿qué tierra es la Tierra de los Sueños? ¿Cuáles son sus montañas, y cuáles sus ríos? ¡Oh padre! Allí vi a mi madre, Entre los lirios junto a las bellas aguas. ‘Entre los corderos, vestida de blanco, Caminaba con su Thomas en dulce deleite. Lloré de alegría, como una paloma me lamento; ¡Oh! ¿Cuándo volveré allí? Querido hijo, también yo junto a ríos placenteros He caminado la noche entera en la Tierra de los Sueños; Pero por serenas y cálidas que fuesen las anchas aguas, No pude llegar hasta la otra orilla. ‘¡Padre, oh padre! ¿Qué hacemos aquí En esta tierra de incredulidad y temor? La Tierra de los Sueños es mucho mejor, allá lejos, Por sobre la luz del lucero del alba’.

Poemas de Nicanor Parra

Epitafio De estatura mediana, Con una voz ni delgada ni gruesa, Hijo mayor de un profesor primario Y de una modista de trastienda; Flaco de nacimiento Aunque devoto de la buena mesa; De mejillas escuálidas Y de más bien abundantes orejas; Con un rostro cuadrado En que los ojos se abren apenas Y una nariz de boxeador mulato Baja a la boca de ídolo azteca —Todo esto bañado Por una luz entre irónica y pérfida— Ni muy listo ni tonto de remate fui lo que fui: una mezcla De vinagre y de aceite de comer ¡Un embutido de ángel y bestia!

Poemas del Conde de Lautréamont

Los cantos de Maldoror Canto 1 Me propongo, sin estar emocionado, declamar con voz potente la estrofa seria y fría que vais a oír. Prestad atención a su contenido y no os dejéis llevar por la impresión penosa que al modo de una contusión ha de producir seguramente en vuestras imaginaciones alteradas. No creáis que yo esté a punto de morir, pues todavía no me he vuelto esquelético ni la vejez está marcada en mi frente. Descartemos, por lo tanto, toda idea de comparación con el cisne en el momento en que su existencia lo abandona, y no veáis ante vosotros sino un monstruo cuyo semblante me hace feliz que no podáis contemplar: si bien es menos horrible que su alma. Con todo, no soy un criminal. Pero dejemos esto. No hace mucho tiempo que he vuelto a ver el mar y que he puesto los pies sobre los puentes de los barcos, y mis recuerdos son tan vivos como si lo hubiera dejado ayer. Tratad, con todo, de mantener la misma calma que yo en esta lectura que ya estoy arrepentido de ofreceros,

Poemas de Octavio Paz

Soneto III El poeta se deja conducir por las evocaciones amorosas y eróticas de un instante en el cual se detiene en la contemplación del cuerpo de la amada. Del verdecido júbilo del cielo luces recobras que la luna pierde porque la luz de sí misma recuerde relámpagos y otoños en tu pelo. El viento bebe viento en su revuelo, mueve las hojas y su lluvia verde moja tus hombros, tus espaldas muerde y te desnuda y quema y vuelve yelo. Dos barcos de velamen desplegado tus dos pechos. Tu espalda es un torrente. Tu vientre es un jardín petrificado. Es otoño en tu nuca: sol y bruma. Bajo del verde cielo adolescente, tu cuerpo da su enamorada suma. Niña La palabra se revela como dadora de vida, renovadora del aire, cuando es puesta en la boca de un ser tomado por inocente, germinal, amoroso. A Laura Elena Nombras el árbol, niña. Y el árbol crece, lento, alto deslumbramiento, hasta volvernos verde la mirada. Nombras el cielo, niña. Y las nub